Poner límites ha sido muchas veces considerado agresivo, rudo e incluso egoísta. Hemos tachado de narcisistas a quienes establecen límites. Sin embargo, ¿De qué forma puede ser sana una relación en ausencia de ellos?, ¿Cómo podríamos considerar a una persona asertiva si no demarcara sus propios límites?
Los límites personales se encuentran delimitados por el sistema de pensamientos, el sistema de valores y el sistema de creencias de una persona. Entendido el primero de ellos, como un catalogo de conclusiones racionales, es decir, todas aquellas ideas a las que una persona ha llegado después de un análisis racional; el segundo, sistema de creencias, se refiere a las verdades intuidas, es decir, todo aquello en lo que una persona cree, resultado de su intuición, y finalmente el sistema de valores, entendido como un conjunto de preferencias afectivas. Este sistema responde a la pregunta ¿Qué es lo más importante para ti? Por supuesto, los tres sistemas son modificables y están en actualización constante de acuerdo a las nuevas experiencias y conocimiento adquiridos.
Es en este sentido, y partiendo, por supuesto, del propio autoconocimiento, ósea, de conocer mis propios sistemas de pensamientos, creencias y valores, y no de un estado de ánimo cambiante y caprichoso, que una persona puede establecer límites claros dentro de sus vínculos interpersonales, convirtiéndose, a sí mismo, en una persona asertiva. Ser asertivo implica fidelidad a uno mismo, no traicionarme por aceptar situaciones, compañías y vivencias que definitivamente no combinan con mis anhelos y sistemas.
Sin embrago, hablando de límites, estos tienes ciertas características, sin las cuales, entonces sí, estaríamos en presencia de narcisismo y egoísmo.
Los límites deben ser constructivos, ello significa que deben ser acordados por ambas partes. Estos deben de funcionar para todos los integrantes del vínculo interpersonal. Si a uno de ellos no le funciona, entonces es autoritarismo o egoísmo puro. Por ello, deben ser acordados y negociados. Esta característica es importante si buscamos que dichos límites se cumplan, entendamos pues, a la inversa, que sin esta peculiaridad, un límite se convierte en la regla a romper, generando rebeldía con su imposición.
Los límites deben ser flexibles, entendiendo la flexibilidad, como la capacidad de hacer excepciones a la regla en determinadas circunstancias, previo aviso y con un acuerdo en común. La flexibilidad es importante puesto que no siempre imperan las mismas circunstancias, ocasionalmente hay cambios que implican el incumplimiento de un límite. Por ello, ser flexibles en su exigencia, se vuelve crucial para que éste siga operando en lo sucesivo.
Y finalmente, los límites deben ser itinerantes, es decir, cambiantes. Un límite funciona durante un tiempo y por una circunstancia especifica. Cuando ésta deja de existir, es momento de acordar nuevos lineamientos.
Si queremos relaciones sanas, es imprescindible el establecimiento de límites que acoten y marquen el rumbo del vinculo. Sin importar el tipo de relación, ya sea de padres e hijos, laborales, de pareja, de amistad, siempre es importante establecer normas de convivencia que fortalezcan la relación y así, vislumbrar un mejor futuro,
Si aun no tienes claridad en cuanto a tus sistemas y te es difícil acordar limites, acude a una consulta dentro de la cual podremos descubrir lo que es y no importante para ti.
LIC. MICHELLE MARTOS RAMIREZ
Consultora y Comunicadora en Semiología de la Vida Cotidiana
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