El odio es sinónimo de hostilidad, resentimiento, rencor, lo cual genera un sentimiento de profunda enemistad y rechazo que conduce al mal hacia una persona o el deseo de enfrentamiento con la misma. En referencia a lo anterior, diversos conceptos señalan que el odio es visto como un valor negativo que va en contra del amor o la amistad, que produce disgusto o repulsión hacia una persona, cosa o situación, con el deseo de destruir o evitar todo aquello que se odia.
Con frecuencia me pregunto si lo que escuchamos en las “mañaneras” se pudiera catalogar como odio hacia todos aquellos que son ofendidos y catalogados como enemigos del régimen, ya sea empresarios, periodistas, intelectuales, científicos, universidades, organismos autónomos, etc.
Y mi preocupación radica en que, más allá de generar mayor polarización entre la población, pudiera caer en lo que dice la definición, de destruir aquello que se odia.
Hoy, es claro el intento de destrucción del INE, que es un grave atentado contra nuestra democracia, y así ha sido con otras instituciones, como las dedicadas a la investigación o el no apoyo a las pequeñas y medianas empresas en tiempos de pandemia, lo que provocó el cierre de un millón de ellas con la consecuente pérdida de empleos. Así, podemos enumerar otras más que han sido atacadas en las “mañaneras” y debilitadas en su hacer.
¿Hasta dónde puede llegar esta polarización?, hasta donde el ciudadano que se siente agraviado y que no ve que sus condiciones de movilidad social mejoran, decida seguir pasivo recibiendo dinero de los programas sociales. Es claro el deterioro del sistema de salud, del sistema educativo, de infraestructura, de transporte, de servicios públicos, que, aunado al incremento en precios provocados por la inflación, ubica a los que menos tienen en una situación todavía más precaria, a pesar de las ayudas económicas que reciben vía programas sociales federales, estatales y municipales. Y por lo que se vislumbra, no van a mejorar en el corto plazo.
Hace unos días leí en internet una petición que se convirtió en tendencia a través del sitio web: change.org, que pedía firmas de apoyo para que desaparecieran las mañaneras por no aportar un valor real al desarrollo social, económico y político del país, y hasta el momento en el que escribía esta colaboración, llevaba más de 32 mil firmas recolectadas.
Como en todo, quizá muchos estén en desacuerdo y otros coincidirán, pero haciendo un análisis de los mensajes diarios, vemos que, desde hace cuatro años, el discurso mañanero ha caído en lo mismo: culpar a otros de los problemas del país y no asumir la responsabilidad que le corresponde al gobierno después de cuatro años de ejercicio.
Nos acercamos al proceso electoral del 2024 y ya los primeros candidatos salieron a la palestra pública y es presumible que en las mañaneras se acentúe todavía más ese discurso de los enemigos del régimen, dejando a los más necesitados en condiciones menos favorables que los mueva a tomar acciones que se traduzcan en acciones de ilegalidad o violencia como ha ocurrido en otros países.
Estaría muy bien desaparecer las mañaneras por su discurso de odio, pero eso no resolvería los problemas de fondo, por eso, creo que es momento de que nosotros mismos tomemos acciones contrarias a la polarización, buscando la unión entre todos. Seamos proactivos, unámonos y organicémonos por las causas de los menos favorecidos. Escojamos un par de causas y sumemos voluntades para incidir en los grandes problemas que aquejan a nuestro país. Es momento que dejemos la pasividad y pasemos a la acción por el bien común de nuestro país.
Hablemos de Cultura Organizacional y su impacto en las utilidades de la empresa
Leer Más
Este 2022, ¿sabes cual será el principal diferenciador entre los competidores ante los clientes? Lee este interesante artículo y lleva a la práctica los tips que ofrecemos.
Leer Más
Se distingue por su fortaleza económica
Leer Más