En una empresa u organización, la clave no es saber cuál es la misión, visión, objetivos o metas de la misma, sino de saber cual es su propósito como empresa, para luego darnos cuenta si los miembros de la empresa también lo saben.
No se trata derestarle importancia al tradicional objetivo de toda empresa, que es el de generar valor a través de la productividad, sino que en la época en la que vivimos, y bajo la constante creciente local y globalizada competencia, las empresas que no tengan claro que el propósito, tienen sus días contados.
¿Y que quiero decir con esto? que el propósito es más grande que el resultado
Expertos como Tal Ben Shahar y Otto Scharmer, recalcan categóricamente la necesidad de tener absolutamente claro, que en el juego de hoy en día no se trata de ganar, sino que consiste en permanecer. Para ganar necesitas permanecer.
Si exploramos un poco mas allá y empezamos a contemplar el horizonte de la fuerza laboral y el grueso de su contingencia, vemos que en un mediano corto plazo estará conformada en un considerable porcentaje por los millennials.
Estas generaciones, entre otras cosas y afortunadamente para el futuro de nuestro planeta, son generaciones que reclaman líderes que beneficien a la sociedad en su conjunto. Según lo cita la encuesta generacional 2018, realizada por la consultora internacional Delloite. Donde además dice que…
“Mientras que los millennials piensan que las empresas deberían tener más en cuenta los intereses de sus stakeholders en vez de centrarse, únicamente, en los resultados financieros, su experiencia es justamente la contraria. La mayoría de organizaciones priorizan los beneficios sobre el compromiso con sus trabajadores, la sociedad y el medio ambiente, lo que está generando en esta joven generación una falta de lealtad hacia sus organizaciones.”
Pero el tema, como lo menciona la cita de Delloite, no es únicamente la falta de lealtad de esta fuerza laboral, ya que ello es meramente el resultado que las empresas están teniendo por todavía no entender, que no podemos continuar en un EGO sistema ignorando a los demás.
El tema es la falta de cultura del que la mayoría de las empresas carecen. Una y otra vez, las empresas están dejando pasar la oportunidad de convertirse en el vehículo de transformación que las generaciones y la humanidad en su conjunto necesitan para convertirse en el tipo de organizaciones que armonicen con el reclamo de los citados millennials.
Como padres y educadores habría que preguntarnos
Donde la motivación es el miedo.
Donde la motivación es el placer.
La más reciente encuesta de Gallop, confirma que sólo el 13% de los empleados entre 142 países, se sienten comprometidos con su trabajo. Eso quiere decir que el 87%, es decir, que solamente 1/8 de la fuerza laboral mundial, declara estar comprometida con su trabajo y con su empresa. Analizando un poco más esta encuesta, encuentro que de ese 87%; el 63% está cero comprometido y el 24% está activamente desmotivado.
Vivimos en un mundo donde las redes sociales provocan impactos y tendencias a favor o en contra. Donde en una cuestión de segundos, campañas e historias que tomaron años en gestarse, se pueden ver seriamente afectadas.
Entonces preguntémonos:
Deseo de verdad que hablen bien, porque lo contrario puede desencadenar en perder talentos potenciales, clientes o cuentas. Este tipo de amenazas no se solucionan con una encuesta, software o dinero. Este tipo de soluciones obedecen a la cultura que todos los días de forma proactiva o reactiva tu organización está promoviendo.
Si ya contamos con esa fuerza laboral que conscientemente busca el cambio y desea una transformación, resta entonces identificar las corrientes para alinear la intención y crear una fuerza sinérgica que nos encamine a provocar revertir lo que el 87% nos está manifestando.
A las empresas les toca entonces entender que el reto actual, más allá de ser una obligación impuesta, representa una enorme oportunidad que inicia teniendo claro que el propósito debe de ser más grande que el resultado.
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